LOS VALORES COMO ENTES AGLUTINADORES EN AMÉRICA LATINA
América Latina, por tanto, nació bajo el devenir histórico de sociedades que
iniciaron procesos de desarrollo con anterioridad a la región. Ésta no tuvo un
proceso de autodescubrimiento como fue el caso europeo sino que fue
inducido por un tercero cultural, y esto juzgamos que es fundamental, porque
no se fue desenredado a sí misma frente a sus ataduras, no se autosuperó de
acuerdo a su realidad, sus particularidades sino que se sometió a las
demandas e intereses que la mundialización atravesó con sus expediciones en
la búsqueda de objetivos que perduran hasta hoy en día: la riqueza y el poder.
En ese momento entonces, se presentan los primeros lineamientos para
concluir que en aquella época ya se configuraba un proyecto de modernidad
híbrido de tendencias indeterminadas. Además, tiempo posterior, se agregan la
influencia que han ejercido los países del norte de América en los ámbitos
políticos, económicos, culturales y sociales para profundizar la modernización,
pero una de tipo especial, la modernización neoliberal. En efecto, como
mencionamos anteriormente, dichas contradicciones han guiado el proyecto de
la modernidad y modernización en América Latina por un camino particular,
que la diferencia del resto de las sociedades occidentales, basándose en una
fuerte preocupación económica, excluyendo el progreso en las esferas
culturales, valóricas, morales y de personalidad de los individuos y la sociedad.
En efecto, sin superar problemas o contradicciones sociales esenciales de la
sociedad (como la pobreza, mejoramiento de los servicios educativos, salud,
etc.), algunos países de la región quieren consolidar en un corto o mediano
plazo el salto definitivo al desarrollo, ¿será posible lo anterior si para concretar
dicho objetivo se deberán someter otros individuos a la lógica de la producción
económica? Si esto fuese verdadero, ¿cómo se cumplen entonces los valores
de libertad, igualdad y fraternidad infundidos por la modernidad en América
Latina, en una sociedad que pregona libertad pero dentro del sistema y orden
social establecido, 24 donde el concepto de igualdad resulta ser la antinomiaperfecta al de desigualdad 25 y donde la fraternidad queda soterrada por los
valores de una sociedad hiperindividualizada?
Por tal motivo, entendemos que la aspiración de la modernidad en América
Latina en su componente crítico -como reconocemos al registrar su propia
especificidad y característica- debe desarrollar un fortalecimiento de la
ciudadanía y de la sociedad civil a partir de una “identidad democrática”
socialmente compartida (König, 2005: 21), que permita registrar todos los
deseos de mejora colectiva, cultural, económica, social y política en una
realidad caracterizada hoy día por la desigualdad material y no material. 26
Pensamos que uno de los retos de la modernidad en América Latina es el
crecimiento de la esfera pública y la revalorización de la democracia política,
dado el debilitamiento histórico de ambas por diversas causas; tales como el
populismo, las dictaduras militares, los gobiernos neoliberales y, también por
supuesto, una debilidad causada asimismo fuera de las esferas políticas y
económicas por prácticas sociales que ocultan sistemas de dominación
legítimamente asentados en la tradición y en el racismo encubierto, como
pueden ser el autoritarismo, el servilismo, el clientelismo, el patronazgo, el
compadrazgo, la economía informal, etc. (Larraín, 1997: 326-332). América
Latina, con todo, debe aspirar a convertirse en una sociedad de ciudadanos, noconformándose, por tanto, en ser una sociedad de trabajadores, en una
sociedad de consumidores, en una sociedad de creyentes o en una sociedad
de clientes. 27 Esta podía ser, sin duda, la gran aspiración del programa cultural
de la modernidad latinoamericana.
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